Existen dos tipos de organizaciones en el sector alimentario: aquellas que exportan y están sometidas al cumplimiento de estándares, certificaciones y normas internacionales; y también las empresas que se enfocan en el mercado local y se rigen por los requerimientos legales que dictaminan los entes de regulación y control. Al margen del giro del negocio, la importancia recae en cómo las empresas no solo implementan y acatan lo establecido, sino como van más allá e impulsan, a partir de las legislaciones, sistemas eficientes de gestión. Solo pensemos en que los esquemas, más que una imposición, constituyen el punto de partida para recudir desperdicios, asegurar la calidad de los productos y mejorar la productividad en sí.

 

Por ello, conversamos con Alberto Ibáñez, docente internacional de la Maestría en Agroindustria, mención Calidad y Seguridad Alimentaria y capacitador en diferentes certificaciones, sobre el reto que plantea adoptar estándares en la industria.

 

¿Por qué es importante trascender la norma?

Las certificaciones no tienen que ser vistas solamente como un requisito, ni como una camisa de fuerza que se la implementa “porque me lo piden”. Los estándares internacionales son de amplia utilidad en el día a día, y contribuyen a mejorar la capacidad de gestión de una industria o empresa. En mi experiencia, cuando una organización entiende las ventajas que implican las certificaciones, mejora sus índices de competitividad.

 

En Ecuador, ¿Se adoptan certificaciones por imposición o convicción?

En el país, industrias de diferentes sectores ya están incorporando certificaciones en sus sistemas de gestión ¿El resultado? Organizaciones que, además de cumplir las normas, apuestan por un crecimiento sostenido. Además, he visto que no se limitan a acatarlas, sino que empiezan a analizar y reflexionar el porqué de las normas, su utilidad. Yo siempre me pregunto si producir alimentos seguros es un derecho o un deber. Y es un deber en la medida que subyace una responsabilidad ética en la preparación de productos seguros e inocuos.

 

¿Cuál es impacto de no seguir las normas establecidas?

Empresas han cerrado sus puertas por la intoxicación y muerte de consumidores, representantes legales en la cárcel, pérdidas millonarias. En ese sentido, seguir estándares y certificaciones significa ser responsable y trabajar por el mejoramiento continuo. Esto, garantizando aspectos de calidad, inocuidad e higiene. Cabe añadir que las guías representan pautas que evitan problemas futuros. Solo recordemos que una de cada diez enfermedades, se originan por ingerir alimentos contaminados.

 

¿Esto supone un cambio frente a una lógica tradicional?

No necesariamente, la complementa. Hoy, no se trata únicamente de producir y seguir produciendo: existe una conciencia de que la rentabilidad viene acompañada de procesos eficientes, limpios y tecnificados. Para ello, ayudan mucho los estándares. Un punto también a considerar, es que las certificaciones han abierto la puerta para expertos en el tema se vinculen como asesores en diferentes empresas.

¿Cuál es el rol de la academia en este ámbito?

Las universidades, sobre todos los programas de maestrías, cumplen dos roles estratégicos. Por un lado, está el pensamiento crítico que todo profesional precisa para pensar las certificaciones, para cuestionar procesos y la forma en que se produce. Por el otro, destacan las herramientas de vanguardia que adquieren los estudiantes para aplicarlas en la industria.

 

Consciente de esta realidad, la Maestría en Agroindustria, mención Calidad y Seguridad Alimentaria, al trabajar con metodologías internacionales, ofrece certificaciones en:

  • a) Auditor interno de BPM.
  • b) Seminario – Taller HACCP
  • c) Auditor interno de FSSC 22000
  • d) Tendencias alimentarias.
  • e) Normativa IFS, versión 6.1.

 

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