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En el país, las empresas son mayoritariamente familiares; de hecho, se estima que el 89% de las organizaciones tienen esta característica. Y dicha realidad se replica en todo el mundo. Por ejemplo, la dirección de compañías como Walmart, Volkswagen o Ford, pasa por la descendencia de sus propietarios. Sin embargo, su administración no es sencilla. La competitividad, globalización y creciente demanda, implican nuevas formas de gobierno que garanticen la sostenibilidad de estas estructuras de negocio.

Las cifras de sobrevivencia de las empresas familiares en Ecuador, sobre todo al momento de la transición, no son nada alentadoras. Según un estudio de Deloitte, solo el 30% de las empresas continúa operando al cambiar de posta, y apenas el 15% llega hasta la tercera generación. Es en ese contexto que la introducción de medidas para resolver controversias, la definición de un plan de sucesión y la aclaración de la distinción entre propiedad y gobierno, se vuelve indispensable.

Muchas veces se tiene la idea de que una empresa familiar es un negocio pequeño, dirigido entre padres e hijos sin mayor suceso. Sin embargo, análisis indican que estas organizaciones son el motor de crecimiento del PIB y el empleo. De ahí se deriva la importancia de un direccionamiento corporativo que garantice la estabilidad y el crecimiento de este tipo de compañías en el largo plazo.

Al respecto, Esteban Brenes, profesor del INCAE, indica que toda empresa familiar debe contar con un plan de acción para definir a los sucesores con anticipación y contar con una estrategia para aquello. En esa línea, sugiere que las compañías se manejen de una forma menos emocional para que en los directorios o juntas, no solo participen miembros de la familia sino también terceros.

Asimismo, Matthew Carpenter, ex mánager de Twitter para América Latina, es de la idea de que el país tiene que crear las condiciones necesarias para tener un mercado local más competitivo en el cual las empresas familiares vivan gracias a su mérito y no a su historia. Al respecto, una de sus sugerencias es que los empresarios piensen en un mercado externo que les obligue a incurrir en nuevos modelos de negocio.

Si bien el funcionamiento de una empresa familiar puede presentar un sinnúmero de impedimentos – como los conflictos entre parientes -, el eje para un correcto accionar está en que más allá de los parentescos, el gobierno corporativo se ciña a objetivos y políticas estrictamente profesionales. Los ejecutivos deben rendir cuentas como cualquier funcionario y estar sujeto a evaluaciones.

A fin de cuentas, las empresas familiares, en el entorno actual, demandan de estrategias de constante innovación que facilite el acercamiento con mercados no explorados. Y para alcanzar tal cometido, es preciso un buen gobierno corporativo.