Las empresas con un mínimo de 30% de presencia femenina en sus puestos directivos tienen un 15% más de beneficios, así lo detallaba un estudio de 2016 de Peterson Institute for International Economics.
La investigación se realizó en 91 países en más de 21 980 y su información se la publicó en un artículo de El País.
Otros resultados similares se vieron en el Global Leadership Forecast 2014-2015 donde ya se detallaba que el 20% de las empresas con mayor número de mujeres en posiciones directivas tienen mejor rentabilidad.
El reto
A pesar de los números positivos los consejos superiores de las empresas continúan dando prioridad a los hombres frente a las mujeres en un ambiente que todavía mantiene estereotipos respecto al trabajo que pueden realizar ambos géneros en una posición de liderazgo.
Los especialistas apuntan por un equilibrio en las empresas ya que de esta manera se puede aprovechar las características de ambos ejecutivos en posiciones directivas.
“Al tener una distribución entre el personal femenino y masculino permite introducir estilos de liderazgo que fomenten el trabajo en equipo y la innovación. Estudios demuestran que las mujeres en general comparten estilos de liderazgo caracterizados por la colaboración, la no jerarquización, que genera un `Supportive Mangement`(o administración basada en el apoyo), lo cual promueve la motivación intrínseca y fomentan la creatividad”
Esa es la explicación de Jennifer Amozorrutia de Great Place To Work México detalla en el artículo “Las mujeres como factor clave en las organizaciones”. En esa publicación apunta también las dificultades que tienen las mujeres para pasar ciertas barreras sociales o estereotipos culturales que se les han sido impuestos.
El estilo
Hombres y mujeres tiene la misma capacidad de asumir posiciones de liderazgo, sin embargo, según un artículo de la revista Entrepreneur detalla que cada quien tiene su propio estilo.
En el caso de las mujeres se estima que existe una tendencia a la democracia y participación, así mismo generan mayor empatía y dan prioridad a las relaciones interpersonales. El hombre en cambio es más agresivo, competitivo e independiente a la hora de tomar decisiones.
