Many sketches and  gear shaped objects on white paper representing a business strategy

¿Por qué solo 1 de cada 10 proyectos es exitoso?  Los planes de negocio fracasan porque su enfoque está fundamentado sobre la ejecución, ignorando la valoración previa: análisis de factibilidad y rentabilidad, estudios de mercado, costo de oportunidad, tasas de retorno, entro otros. De ahí que resulte necesario comprender cómo la evaluación permite adoptar decisiones estratégicas de negocios; entendido este proceso como una acción transversal y no como un mecanismo que, al término, evidencia los errores cometidos.

En termino simples, evaluar consiste en identificar si es rentable o no, invertir tiempo y dinero en un proyecto (emprendimiento, proceso, lanzamiento de producto, etc.) Asimismo, constituye un factor que determina la vialidad de acciones y estrategias. Por esta razón, resulta indispensable conocer qué metodologías, estructuras y buenas prácticas, impulsan el normal desenvolvimiento de un plan de negocio.

¿En qué momento tiene que realizarse la evaluación de un proyecto?

El primer paso consiste en definir cuál va ser la inversión (no solo en términos contables), y el periodo en el cual el proyecto estará sujeto a valoración.  Una vez perfilada la idea, es importante elaborar un análisis de la industria (prefactibilidad). De esta forma, se evidenciará no solo la situación de la competencia, sino el tipo de estrategias a implementar. Solo un estudio acertado del entorno minimizará los riesgos al momento de la ejecución.

Obviamente, el desarrollo de un proyecto conlleva incertidumbre. Sin embargo, una estructura fundamentada sobre indicadores y proyecciones, clarificará los aciertos y equivocaciones que se pueden cometer durante el desarrollo del mismo. La intención, finalmente, de valorar está en reducir el índice de fracaso al mínimo posible.

La importancia de la valoración

Los proyectos requieren inversión, tiempo y dedicación. Razón por la que las personas adquieren un apego emocional hacia él. Y dicha situación hace perder de vista la objetividad que requiere el desarrollo del mismo. Emprendedores que siguen con su propuesta a pesar de no tener la participación esperada; funcionarios que persisten con su idea si bien no cuentan con flujos de efectivos proyectados… varios son los casos que ejemplifican cómo la pérdida de objetividad afecta a los resultados de negocio.

En ese aspecto, las evaluaciones revelan esa gestión subjetiva. De hecho, un resultado obvio producto del análisis, es no realizar la inversión. Pero la falta de pragmatismo, conlleva a no contemplar dicho criterio. La valoración mejora los resultados.

Indicadores de gestión

La evaluación está centrada en el valor actual neto (VAN), parámetro financiero que mide si los flujos generados por el proyecto son superiores a la inversión; es decir, exhibe la vialidad del mismo, considerando el valor del dinero en el tiempo. Igualmente, son indicadores de gestión el periodo de recuperación, la tasa interna de retorno y el índice de rentabilidad. Y, precisamente, son estas cifras una guía, en la medida que los contribuyen a ajustar y reencauzar el proyecto. Más aún, cuando los resultados no son los esperados.

Los proyectos fracasan porque las personas, más allá de la oportunidad, no examinan el escenario. Una valoración a tiempo brinda los insumos para una estrategia de diferenciación efectiva. No sólo ello: de la misma forma dictamina los ejes de acción. No se trata de esperar a que culmine el ciclo del negocio para revisar qué salió mal.  Por el contario, la importancia evaluación radica en que, a pesar de la incertidumbre, traza el camino hacia lo esperado.

Fuente: Carlos Palomino, docente de la Escuela de Negocios.