Ecuador es uno de los países más emprendedores de América Latina, sin embargo eso no sucede por un encuentro con las oportunidades sino por necesidad, y por ello puede estar destinado a una muerte precoz. Así lo afirma Ricardo González, Docente de las maestrías de la Escuela de Negocios de la UDLA.

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Sin embargo, en este escenario de crisis por la actual emergencia sanitaria, esa nueva realidad es precisamente una de las oportunidades para emprender y lo mejor es hacerlo con conocimiento.

 

Emprender con Lean Startup

Ricardo nos habla de emprender basados en una metodología que puede ser Lean Startup, cuyos pilares son: construir soluciones, medirlas, aprender de esas métricas y seguir completando ese círculo virtuoso.

 

“Observemos y seamos más metodológicos porque el emprendimiento tiene más riesgo cuando es empírico”, menciona.

 

Una vez que hayamos identificado la metodología, pasaremos a generar el modelo de negocio. Se trata de armar un esquema que en el centro tenga nuestra propuesta de valor y que a partir de ahí se generen otros elementos. A la derecha tendremos que ir completando nuestros cuadros con información sobre: las relaciones con clientes, los segmentos, los canales de distribución y de comunicación y las fuentes de ingresos. Hacia el lado izquierdo deberemos colocar: las actividades y recursos claves, la red de aliados y los costos.

 

Una vez que se haya resuelto ese camino, el emprendedor estará listo para lanzar su startup.

 

Emprender con design thinking

En caso de que se opte por esta metodología, existen ciertos pasos a seguir que nos guiarán para poner en marcha nuestra startup. Lo primero será empatizar con nuestros clientes, lo cual es posible hacerlo con estudios etnográficos o con el customer journey map, con el fin de identificar cuáles son sus hábitos de consumo.

 

Luego vendrá el momento crucial en el que identificamos un problema, un reto a resolver, para posteriormente ponernos creativos con las soluciones. Un siguiente paso, implica poner en práctica lo que pusimos en papel, desarrollando un prototipo y generando interacción con nuestros clientes para determinar, a través de información valiosa, cómo mejorar nuestra propuesta. Una etapa final es la evaluación.

 

Con este conocimiento, estaremos listos para crear propuestas de valor diseñadas para la normalidad 2.0, menciona Ricardo.

 

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