La problemática del desempleo juvenil ha sido una constante en últimos años, no solo para aquellos jóvenes que presentan menores oportunidades de conseguir un empleo debido a su baja escolaridad, sino también para aquellos jóvenes con niveles de educación superior. El Estado ecuatoriano ha reconocido esta problemática e identifica (junto con la literatura), que esta especial vulnerabilidad se da debido a la poca o nula experiencia que presentan los jóvenes, haciéndolos poco atractivos al mercado laboral. De esta manera, se esperaría que la instauración de políticas públicas enfocadas en generar experiencia previa en los jóvenes tenga un impacto positivo en sus posibilidades futuras de conseguir empleo. Sin embargo, para que esto se cumpla es necesario rigurosidad y responsabilidad en la aplicación de la política, así como constantes evaluaciones de impacto para determinar si los resultados son los esperados. Mediante una adaptación del método de Diferencias en Diferencias, se estimó el impacto de la Ley de Promoción del Empleo Juvenil en el marco del Plan Mi Primer Empleo para el estado ecuatoriano. Los resultados demuestran que la política no tuvo un efecto estadísticamente significativo en la probabilidad de conseguir un empleo formal o en el mantenerse en un empleo formal. Se concluye que el enfoque del plan pudo resultar insuficiente, dado que sirve a menos del 1% de la población económicamente activa objetivo y, por ende, es necesario una encuesta específica para el grupo beneficiario para encontrar los efectos específicos del programa.