Ecuador está viviendo un escándalo sanitario, producto de las concentraciones de metales pesados en alimentos de consumo masivo como la canela en polvo, salsa BBQ, salsa de tomate, nuez moscada, entre otros. Aquello que empezó con 4 niños contaminados en los EE.UU. por el consumo de un alimento elaborado a base de manzana y canela con un alto contenido de plomo proveniente de Ecuador, ha alcanzado hasta el 9 de enero, los 86 casos confirmados, 209 casos probables y 26 casos sospechosos en 38 estados diferentes de los Estados Unidos. (FDA, 2024)

Este suceso, desencadenó una serie de preocupaciones a nivel nacional e internacional; y la necesidad de arrancar con un exhaustivo proceso de investigación en Ecuador por parte de la Agencia de Regulación y Control Sanitaria (ARCSA), la Academia, un laboratorio privado y el periodismo de investigación.

¿Cuáles fueron los resultados?

Aunque las instituciones mencionadas continúan en investigaciones, los primeros reportes arrojaron que la fuente de contaminación provenía de la canela en polvo con 5110 miligramos de plomo por kg de canela. Esta concentración, es extremadamente alta en relación a las normas aplicables al control de la calidad en este tipo de especias en Ecuador (Norma NTE INEN 2532), que indica que el máximo de plomo que se puede contener por kg de producto, es de 2 miligramos.

El ARCSA indicó que 926 productos alimenticios registrados en Ecuador, presentan canela en su formulación y hasta la fecha ha publicado una lista con 6 productos alimenticios que exceden los límites de concentración de plomo permitidos.

¿Cómo afecta el consumo de plomo al ser humano?

La ingesta de plomo en niveles altos podría ocasionar algunos trastornos en el comportamiento, afectando al cerebro y al sistema nervioso central. Algunos síntomas de intoxicación por plomo pueden ser irritabilidad, fatiga, pérdida auditiva, vómitos, dificultad para concentrarse, pérdida del apetito, entre otros. (Texas Health and Human Services, 2024)

Pero el plomo, no es el único metal pesado que salió a relucir en este proceso investigativo. La Academia junto con la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario – Agrocalidad, determinaron la presencia de arsénico total en el arroz sin cáscara de Ecuador.

“El arsénico, se puede encontrar en el suelo, alimentos y otros materiales en varias formas. A la suma de todas estas formas, se le conoce como arsénico total” – menciona Luis Ramos, investigador UDLA que colabora en los estudios.

Aunque las fuentes de contaminación pueden ser variadas, es importante saber que si los residuos no exceden los límites permitidos por los entes de control, sería aceptable que estén presentes en los alimentos de producción convencional.

Sin embargo, existe un tipo de contaminación de los alimentos que responde a actividades relacionadas con malas prácticas de producción como el uso de materias primas adulteradas, mal manejo de los alimentos primarios en la poscosecha, condiciones no idóneas para la producción, transporte, almacenamiento y comercialización. “Este tipo de contaminación es de alto riesgo ya que puede contener sustancias no aceptadas en la producción de alimentos y también pueden llegar a estar presentes en niveles muy altos, pero en el caso de ser detectadas deberían poder eliminarse completamente” – agrega Ramos.

Por otro lado, investigaciones recientes en las que colaboran investigadores de la Universidad de Las Américas, el Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO), la WWF y el Royal Ontario Museum, con el financiamiento de la Cooperación Belga de Desarrollo (DGD), revela patrones de acumulación de metales pesados en peces de las cuencas hidrográficas de los ríos Napo y Pastaza en Ecuador, incluidos los ríos Aguarico, Cuyabeno y Bobonaza, que sugieren una relación con la extracción industrial y artesanal de recursos naturales. La investigación, publicada en la Revista científica Science of the Total Environment, aborda los problemas ambientales de la contaminación por metales pesados, derivados de vertidos mineros, agrícolas, petroquímicos e industriales en estas cuencas.

¿Cómo se realizó el estudio?

Se analizaron 360 muestras de 58 especies de peces para evaluar la concentración de 11 metales pesados (Aluminio, Arsénico, Cadmio, Cromo, Cobre, Helio, Manganeso, Niquel, Plomo, Zinc y Mercurio). Los resultados revelaron que 15 especies y 53 especímenes individuales exhiben concentraciones de metales pesados que superan los estándares recomendados, con niveles elevados de Aluminio (Al), Arsénico (As) y Mercurio (Hg).

La contaminación de la dieta con metales pesados plantea amenazas particulares para los humanos y la biodiversidad

La contaminación por Hg es la más preocupante, ya que se asocia con el deterioro de la función cardiológica y neurológica, una actividad enzimática reducida y un aumento del estrés oxidativo, especialmente en las mujeres.

Por otro lado, muchas de las especies de peces analizados en los estudios, son consumidos por habitantes de la Amazonía, poniendo en riesgo significativo su salud en caso de superar una ingesta diaria de pescado de 0,46 kg.  Los pueblos indígenas y rurales se encuentran entre los más vulnerables al depender de la pesca de agua dulce para su subsistencia, especialmente en las comunidades de la cuenca del Amazonas.

Otros efectos documentados de la acumulación de estos metales son el incremento en el riesgo de cáncer de pulmón, teratología fetal, convulsiones y pérdida de audición en la infancia, insomnio en adultos, pérdida de memoria, daños al sistema nervioso central y a los riñones.

¿Qué se puede hacer ante esta situación?

Sin duda, las industrias deberían evaluar con mayor rigurosidad a sus proveedores y las materias primas que utilizan, incluyendo una mayor frecuencia de análisis de laboratorio. El apoyo gubernamental y de la academia, será indispensable para que los entes de control puedan reforzar sus planes “posregistro” de los alimentos primarios y elaborados. En este caso, las universidades fueron actores clave gracias a sus docentes investigadores y laboratorios, quienes supieron alertar a los entes de control para un rápido accionar.

Además, los consumidores pueden realizar acciones preventivas, empezando por la información de los comunicados oficiales de los entes reguladores ARCSA y AGROCALIDAD, quienes emiten actualizaciones constantes del caso. En cuanto a los productos primarios como frutas y hortalizas, es importante lavarlas con abundante agua; evitar cocinarlas en ollas de aluminio ya que estos metales pueden migrar durante su cocción; utilizar ollas de acero inoxidable; adquirir alimentos procesados con sus debidos registros; estar atentos a las variaciones considerables en los alimentos como su color, olor, sabor, y aspecto en general.

Es importante mencionar que en la mayoría de casos sería complicado para un consumidor detectar un alimento contaminado previo al consumo, por lo que, el consumo de un alimento sano y seguro (inocuo) se garantiza cumpliendo con buenas prácticas a lo largo de toda la cadena del producto.

Frente a este alarmante panorama de los metales pesados en los alimentos, los investigadores de la UDLA han sido cruciales en el proceso de descubrimiento de resultados que aporten a generar nuevas estrategias para reducir la incidencia de esta contaminación en la salud humana y la biodiversidad. Luis Ramos, PhD en Química; y Gabriela Echevarría, PhD en Ecología, continúan investigando y colaborando con las instituciones clave, quienes gracias al interés en este importante tema, podrán generar soluciones acertadas en relación a esta crisis sanitaria.

Más información sobre el estudio de metales pesados en peces: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0048969723071346?via%3Dihub

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