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LOS RETOS DE QUITO COMO UNA CIUDAD QUE CRECE VERTICALMENTE

TOMADO DE DIARIO EL EXPRESO

RESUMEN: 

El crecimiento vertical que se promueve en Quito va intensificándose. Al menos desde hace una década se tomó con fuerza esta tendencia que busca densificar población en las centralidades, es decir, en zonas que cuenten con todos los servicios.

De esa idea nace la ciudad de los 15 minutos, una urbe en donde solo se necesita ese tiempo para acceder a los servicios públicos y privados necesarios.

Uno de los pasos hacia la verticalidad se dio con la llamada compra de edifícabilidad, en 2014. Diego Cevallos, socio de Gobemanza Local EC, dice que se aplicó en ciertas zonas donde era posible aumentar pisos, cuando la normativa lo permitía y en función de las características del suelo y del sector.

En 2016 se elevó una normativa a escala nacional y, en el caso del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ), se incluyó en el Código Municipal. Cevallos explica que allí se estableció una edifícabilidad básica y máxima. “Si quiero más pisos de lo que la norma permite, tengo que pagar por cada piso adicional que quiero construir”. Esto se lo hace en función de un análisis técnico y solo en ciertos sectores de la capital.

En la ciudad, entre 2010 y 2020, se construyeron edificios de hasta 24 pisos. En 2021, solo en La Carolina, se edificaron siete rascacielos. El más grande es el Iqon, de 32 plantas.

Sin embargo, esta tendencia no detuvo el crecimiento horizontal. Datos del Municipio señalan que desde 2011 la ocupación de territorio creció en un 40 % y la población aumentó en 20 %, en comparación con la década anterior. Esto significa que menos personas ocupan más tierra. Esta expansión se ha dado especialmente en zonas de los valles como Tumbaco, Cumbayá, Lumbisí y Puembo.

Para frenar ese crecimiento, se actualizó el Plan de Uso y Gestión del Suelo (PUGS). Allí se identificaron sectores estratégicos donde se puede tener mayor altura, como la avenida De Los Shyris. En esa zona, el Municipio permite levantar edificaciones con un máximo de hasta 36 pisos.

Patricio Recalde, docente de Arquitectura en la Universidad de Las Américas (UDLA) y máster en Rehabilitación Urbana y Arquitectónica, señala que el objetivo de la norma no ha sido del todo satisfactorio, debido a que la ciudad sigue creciendo horizontalmente, lo que genera un desequilibrio.

Para el urbanista Femando Camión, esta ampliación es positiva, pero menciona un problema: la capital fue construida para una densidad de población y con base en ello se establecieron los servicios de transporte, agua potable, entre otros. Pero si se incrementan los habitantes, los servicios van a terminar siendo deficitarios.

En ese sentido, según el Municipio, la dotación de servicios básicos cuesta hasta cuatro veces más en zonas rurales, que la mejora e implementación en sectores ya urbanizados.

Camión sostiene que el tema es relativo pues, si bien no hay infraestructura en los valles, la ya consolidada tiene que cambiarse. “Ahí se equilibran de alguna manera los costos de un lado y del otro”, asegura.

Lenin Lara, catedrático de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), también resalta que con el paso de los años la norma ha mejorado.

Sin embargo, el arquitecto y Ph. D. en Construcciones identifica que el problema actual es que las edificaciones no guardan armonía ni composición con la forma urbana, donde se implantan. Ve necesario que las nuevas estructuras en altura guarden esa lectura del contexto urbano inmediato donde se instalan.

Desde el lado de la comunidad, una ciudad que avance a lo vertical es positivo de cara al desmedido crecimiento hacia los valles, en donde los problemas con el servicio de agua, por ejemplo, son frecuentes. A la par se debe pensar en espacios verdes que compensen la ‘selva de cemento’, dice Sofía Erazo.

José Morales, secretario de Hábitat y Ordenamiento Territorial, considera que no se trata de llenar la ciudad de grandes edificios, sino de ser más eficientes con el uso del suelo y alcanzar mayores densidades en zonas que están deshabitadas.

También explica que concentrar más población para aprovechar los servicios no implica, necesariamente, crecer en altura. Esta verticalidad que se busca debe ser medida y razonable, sostiene en funcionario.

Morales agrega que el crecimiento en altura ahora es permitido también en zonas donde antes se podía levantar un máximo de dos pisos y con la actualización es válido hasta seis. “Las zonas con mucha altura son relativamente pocas y en otras se mejoró la posibilidad de tener más edifícabilidad”.

UNA NORMATIVA ACORDE A LA REALIDAD DE LA CIUDAD

Joan Proaño, vicepresidente de Constructores Positivos, gremio que participó en la actualización, indica que los cambios deben hacerse efectivos en la práctica, en el sentido de los trámites. Explica que cuando existen demasiadas trabas, los constructores prefieren ir al valle, donde se levantan conjuntos. Con eso se logra el efecto contrario al que se quiere, que es densificar las centralidades. “No estamos diciendo que la ciudad haga lo que quiera, pero sí que la normativa acompañe la realidad de la capital”, solicita.

LENIN LARA Docente de la UIDE. Arquitecto. PhD en Construcciones
Pese a que hay una planificación, la ciudad ha tenido cambios bruscos. Hay asentamientos complejos que desbordaron las características de un proceso ordenado.

FERNANDO CARRIÓN Arquitecto y urbanista
La ciudad de los 15 minutos no implica incrementar la densidad en determinados sectores, sino una redistribución de los servicios, equipamientos e infraestructuras.